En una revista electrónica, http://www.bienmesabe.org/ , he encontrado la historia de Domingo Corujo Brito, de la saga canaria de los Corujo.
Domingo Corujo Brito dejó el puerto de Santa Cruz de Tenerife y se embarcó hacia La Palma y en Tazacorte, cuando aún no había alcanzado su emancipación municipal, encontró empleo en la sorriba. No aguantó mucho tiempo y regresa a Lanzarote. Al poco tiempo pone proa rumbo a Sevilla al salirle a él y a otro grupo de paisanos una contrata para sembrar arroz en las orillas del Guadalquivir. “En aquel tiempo el cultivo del arroz estaba en auge en esa zona de Andalucía. Mi padre me contaba que cuando remontaron el río Guadalquivir iban viendo luces por ambos lados, el barco caminaba lentísimo y cuando atracaron en el muelle de Sevilla ya los estaban esperando los de la contrata. Los de tierra estaban comentando entre ellos que estaban esperando a unos canarios y no sabían cuáles eran. Mi padre se da a conocer y les dicen extrañados: –¡Coño, si son como nosotros! Estaban extrañados de que fuéramos como ellos. –¿Acaso nos esperaban con taparrabos? –Más o menos, más o menos, pero no se ofendan… Cuando mi padre les entregó los papeles de la contrata se volvieron a sorprender, esta vez por la letra del documento. El contrato lo había escrito de puño y letra el secretario del Ayuntamiento de San Bartolomé.” Astucia de camellero Domingo Corujo oyó contar que su padre empezó a trabajar de cortador, pero después se pasó a arar, lo cual parecía un disparate. Para arar la tierra donde se sembraba el arroz hacían a mulas surcos derechos de kilómetros, extensión imposible en una isla, fragmentada por pequeñas parcelas, huertas o propiedades. “Mi padre vio cómo araban los andaluces y se atrevió a meterle mano. Los demás se echaron a reír. ¿Cómo era posible que un camellero se atreviera arar kilómetros de tierra si en Lanzarote no había tierra para tanto? –¿Cómo un canario se puede meter a surquear, eso es imposible?" Él estaba acostumbrado a surcar con el camello y conocía de indicaciones. Probaron con él y cuando vieron los resultados se quedaron maravillados. El surco había salido derechísimo. Pero, ¿cómo hizo usted eso? Pues ahí está el surco. Le preguntaron y no quiso decir qué técnica había empleado. Mi padre decía que la necesidad hace las cosas. La técnica que empleo cuando le mandaron a hacer los surcos de kilómetros se fijó en una señal, el pico de una montaña, y lo trajo hasta él y fue viendo diferentes piedritas y trazó la línea imaginaria y fue llevando al animal con el timón del arado. No es sólo consistía en marcar la ruta en la mente sino saber manejar a la mula y que te obedezca. Aquí era camellero y sabía hacerse respetar por los animales. Al cabo de tiempo regresa a Lanzarote y entra a filas. Sirve en Fuerteventura y cuando estalló la guerra, es movilizado y tiene que hacer el servicio militar de nuevo.
UN CANARIO EN LAS MARISMAS
18.2.09
Publicado por Marisma
Etiquetas: LAS PERSONAS
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