Este pueblo es un compendio de muchos pueblos, por lo tanto hay una diversidad, no digo de cultura, pero si de costumbres más o menos arraigadas, que desde luego es muy difícil desprenderse de ellas, además de que no hay porque hacerlo, es más, yo diría que es obligación de cada uno de nosotros seguir haciendo uso de esa herencia que hemos recibido.
Lo que ya no me gusta es que haya personas que te quieren imponer lo suyo, porque piensan que es lo mejor. Pues no. Todo es lo mejor y lo más estupendo es el intercambio.
Aquí cuando hay una fiesta, las mujeres de cada casa hacen su repostería, a cada cual más buena, y en cualquier reunión se comen dulces de muchos sitios, lo que ya te choca un poco es que haya quien crea que lo de su tierra es lo más selecto. Eso es un error. Igual de buenos están unos pestiños o unas cañitas, que una torta morena o unas perrunillas, y cada cosa es de un sitio diferente.
Dicen que en la variedad está el gusto y es la pura verdad.
El día de Navidad, también es fecha para hacer uso de esas enseñanzas que nos dieron, aunque nos vamos modernizando y recurrimos a otras cosas porque también hay que ir con los tiempos.
En mi casa, mi madre (a quien llevo en el corazón) tenía por costumbre hacer un guiso de cordero, que esta exquisito, pero que cuando llegaron los nietos ya había que hacer otra comida para ellos y era un lío. Me acuerdo un año que se le ocurrió hacer un pavo relleno, se llevó un montón de horas en el horno, con un relleno riquísimo, pero a nadie le gustó y tuvo que trocearlo en salsa con papas fritas. Juró no hacer más pavo.
En casa de mi marido la costumbre es el “puchero de Nadal”, que como cada vez somos más, se hace cada vez más grande y ya mismo no tendremos sitio para poner las ollas tan enormes. Mi suegra (siempre la recordaré) compraba los ingredientes con un mes de antelación. Es un puchero valenciano que está tan bueno como el andaluz.
Y en casa de mi amiga Visi, que son extremeños, su madre, María (yo la quería mucho), hacía un “guiso de boda” con pollo rebozado que era el no va más de bueno. Medio la receta su nuera Rosario y alguna vez la he hecho en casa.
He puesto estos tres ejemplos por ser cada uno de un sitio diferente y son las tres para quitarse el sombrero.
Por eso no hay que ir imponiendo a nadie costumbres de otros, sino simplemente cuando llega el momento que cada uno haga lo que sepa porque todo está bien.
Siempre se dice que en este pueblo no hay tradiciones, pues yo pienso que hay muchas y que es bueno mezclarlas entre sí, pero sin comparar unas con otras. Da mucha rabia cuando oyes a alguien decir: “esto en mi pueblo lo hacen mejor” o “en mi pueblo es más bonito. Bueno, pues a lo que mejor a mí no me gusta lo de tu pueblo, así que no comparemos.
Me refiero en este escrito a lo que es la cocina porque las mujeres en los fogones nos entendemos mejor, pero es aplicable a otros muchos aspectos de la vida cotidiana. Conozco a mucha gente que vive aquí casi a la fuerza, añorando mucho su tierra, y si tienen un tropiezo o no les va muy bien, le echan la culpa al pueblo. Todos hemos venido de fuera y de sitios mejores que este, de poblaciones que ya eran pueblos en la antigüedad, pueblos formados, ya planteados y sólidos, donde la vida es más fácil.
Pues no hay que olvidar lo nuestro, pero sí procurar que tu vida se adapte a lo que tenemos, dedicarte a lo que hay y no a lo que hubiera podido ser, y que tu vida discurra feliz con lo que se te ofrece en el sitio donde estás, sin envidiar a los que están donde tú quisieras estar, porque al fin y al cabo somos las personas las que hacemos los pueblos, por eso el nuestro es tan interesante y tan abierto, y sus habitantes como somos inteligentes aprendemos y nos quedamos con lo mejor de cada sitio.
Ángeles Conorel.
Lo que ya no me gusta es que haya personas que te quieren imponer lo suyo, porque piensan que es lo mejor. Pues no. Todo es lo mejor y lo más estupendo es el intercambio.
Aquí cuando hay una fiesta, las mujeres de cada casa hacen su repostería, a cada cual más buena, y en cualquier reunión se comen dulces de muchos sitios, lo que ya te choca un poco es que haya quien crea que lo de su tierra es lo más selecto. Eso es un error. Igual de buenos están unos pestiños o unas cañitas, que una torta morena o unas perrunillas, y cada cosa es de un sitio diferente.
Dicen que en la variedad está el gusto y es la pura verdad.
El día de Navidad, también es fecha para hacer uso de esas enseñanzas que nos dieron, aunque nos vamos modernizando y recurrimos a otras cosas porque también hay que ir con los tiempos.
En mi casa, mi madre (a quien llevo en el corazón) tenía por costumbre hacer un guiso de cordero, que esta exquisito, pero que cuando llegaron los nietos ya había que hacer otra comida para ellos y era un lío. Me acuerdo un año que se le ocurrió hacer un pavo relleno, se llevó un montón de horas en el horno, con un relleno riquísimo, pero a nadie le gustó y tuvo que trocearlo en salsa con papas fritas. Juró no hacer más pavo.
En casa de mi marido la costumbre es el “puchero de Nadal”, que como cada vez somos más, se hace cada vez más grande y ya mismo no tendremos sitio para poner las ollas tan enormes. Mi suegra (siempre la recordaré) compraba los ingredientes con un mes de antelación. Es un puchero valenciano que está tan bueno como el andaluz.
Y en casa de mi amiga Visi, que son extremeños, su madre, María (yo la quería mucho), hacía un “guiso de boda” con pollo rebozado que era el no va más de bueno. Medio la receta su nuera Rosario y alguna vez la he hecho en casa.
He puesto estos tres ejemplos por ser cada uno de un sitio diferente y son las tres para quitarse el sombrero.
Por eso no hay que ir imponiendo a nadie costumbres de otros, sino simplemente cuando llega el momento que cada uno haga lo que sepa porque todo está bien.
Siempre se dice que en este pueblo no hay tradiciones, pues yo pienso que hay muchas y que es bueno mezclarlas entre sí, pero sin comparar unas con otras. Da mucha rabia cuando oyes a alguien decir: “esto en mi pueblo lo hacen mejor” o “en mi pueblo es más bonito. Bueno, pues a lo que mejor a mí no me gusta lo de tu pueblo, así que no comparemos.
Me refiero en este escrito a lo que es la cocina porque las mujeres en los fogones nos entendemos mejor, pero es aplicable a otros muchos aspectos de la vida cotidiana. Conozco a mucha gente que vive aquí casi a la fuerza, añorando mucho su tierra, y si tienen un tropiezo o no les va muy bien, le echan la culpa al pueblo. Todos hemos venido de fuera y de sitios mejores que este, de poblaciones que ya eran pueblos en la antigüedad, pueblos formados, ya planteados y sólidos, donde la vida es más fácil.
Pues no hay que olvidar lo nuestro, pero sí procurar que tu vida se adapte a lo que tenemos, dedicarte a lo que hay y no a lo que hubiera podido ser, y que tu vida discurra feliz con lo que se te ofrece en el sitio donde estás, sin envidiar a los que están donde tú quisieras estar, porque al fin y al cabo somos las personas las que hacemos los pueblos, por eso el nuestro es tan interesante y tan abierto, y sus habitantes como somos inteligentes aprendemos y nos quedamos con lo mejor de cada sitio.
Ángeles Conorel.
2 comentarios:
Me ha gustado la forma que ha tenido Ángeles de describir esa mezcla de culturas y tradiciones distintas que tiene la Isla.
La verdad es que como convivimos con ellas desde que somos pequeños nos valoramos esa diversidad. Esto creo que es lo que mejor nos identica. Muchas personas, cuando vienen de fuera, se asombran de lo integrada que están las distintas tradiciones.
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